MUC Logo

Según la Organización Mundial de la Salud, más de 700.000 personas mueren por suicidio cada año en el mundo. Este problema, además, es la cuarta causa de muerte entre los jóvenes de 15 a 29 años. Convirtiéndose en un verdadero problema de interés para la salud pública mundial. Con más razon para los cristianos, un problema a atender con prontitud y servicio de corazón.

Todos somos conscientes, en cierta forma y medida, qué la realidad mundial, y más específicamente, la realidad latinoamericana, tiene sus características muy marcadas, en cuanto a tema de injusticias, desigualdad, falta de empleo, pobreza, machismo, violencia, corrupción, enfermedades, migraciones masivas, desplazamientos forzados, elevados índices de carencia educativa, y una enorme cantidad de problemas sociales, que tornan nuestras naciones en ambientes complicados de vivir, o en muchas ocasiones, de sobrevivir..

Cabe cuestionar ¿Cuál es nuestro papel como cristianos en la prevención del suicidio en un panorama tan complejo?

En el pasaje bìblico enunciado por Pablo en la carta a los Romanos, capitulo 12: 10 "Amaos los unos a los otros con amor fraternal; en cuanto a honra, prefiriéndoos los unos a los otros", y Romanos 12: 15 "Gozaos con los que se gozan; llorad con los que lloran"

Como creyentes y seguidores del evangelio, la palabra nos confiere la responsabilidad de velar por el bienestar integral del prójimo. Deja en claro que, esta responsabilidad requiere sobre todas las cosas, la disposición del corazón a acompañar a tanto al que se goza, para reafirmar su gozo y dicha, como al que está pasando un mal momento, para consolar su alma acongojada.

La meta cristiana fundamental debe ser el desarrollo de un carácter simular al de Jesús. Aprender a escuchar, cuidar observar y perdonar, pueden ser la clave para llenar al corazón triste, tanto el de un buen amigo, como el de un desconocido e incluso, de aquel que nos ha dañado.

Como diría Henry Nowen: "Somos sanadores heridos", Vivimos en la dualidad de cargar con nuestros propios problemas y tormentos, pero a la vez apoyar a otros con los suyos, Propiciando una relación de apoyo mutuo. Todos tenemos un pasado, una tristeza, un duelo, una frustración, una cruz con la cual cargar todos los días. Pero la Belleza de esto radica en que, maravillosamente, el peso parece aligerarse, si se tiene a un compañero para conversar, mientras ambos cargan sus cruces.

Para Viktor Frankl, un emblemático psiquiatra de Viena; quien vivió el sufrimiento de los campos de concentración por 3 años, el sentido de la vida puede alcanzarse a través de acciones humanitarias para con el resto de seres humanos. Pero así también, a través de aceptar el sufrimiento que cada uno vivimos, y vivirlo con dignidad y responsabilidad. Procurando que nuestro sufrir no dañe a otro. Sino que aprendiendo cada día de ese sufrir. Es entonces que el sufrimiento y la vida adquieren sentido.
En el evangelio, el resumen de la ley y los profetas radica en amar a Dios y al prójimo como a uno mismo. Esto significa ir a su encuentro, aun cuando más perdido, desolado y herido se encuentre, pues aquel que murió por nosotros, así lo hizo con nuestras vidas. Y aun cuando falle, abrazarle con amor fraterno, aceptar, perdonar su error, secar sus lágrimas, levantarlo y ayudarlo a seguir caminando.
Escuchar, abrazar, comprender, no juzgar y llorar junto a los que lloran. Porque llorar y aceptar el miedo y la debilidad no tiene por qué ser algo malo. Como expone Byung-Chul Han en su libro a la sociedad del Cansancio: “Estamos en la época de una sociedad de la productividad, hiper- actividad, vivimos en un exceso de positividad”. Donde se nos niega el vivir nuestras emociones, y todo el tiempo “andar felices”, negar el miedo, la tristeza y la incertidumbre, para enajenar a las personas de su mundo afectivo, de lo que los hace humanos, y así paulatinamente, convertirnos en máquinas que cumplen órdenes. Más yo les afirmo con toda seguridad que permitirnos sentir tristeza y miedo, al contrario de ser malo, es saludable, conectar con lo que sentimos, para aprender y crecer en nuestras crisis Lo aquí expuesto puede fácilmente ser fundamentada por el evangelio, pues hasta Jesús en su momento más difícil, se dio la oportunidad de llorar... Juan 11:35

Si estas pasando por un momento complicado en el que la vida ha perdido su sentido, estamos para amarte, comprenderte y servirte.
Gracias por permitirnos escucharte. Te queremos con nosotros, porque aún hay muchas cosas por vivir. Y Gracias por seguir aquí.

Compartan el amor de Jesús con otros, Aprovechen para amar, que mientras haya vida, hay misión por hacer y corazones rotos por abrazar. Seamos el instrumento de Dios para bendecir vidas, y con la ternura del evangelio, reconstruir esperanzas.
Porque vivimos en un mundo cruel, rotó, lleno de injusticia, dolor y sufrimiento, pero sobre todo esto, aun cuando ya no hay deseo de vivir, siempre es bueno recordar que Jesús dijo:
“Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra.
Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.
Bienaventurados los que buscan la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios.
Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los cielos.
Bienaventurados seréis cuando os injurien, os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa
Alegraos y regocijaos porque vuestra recompensa será grande en los cielos” (Mateo 5: 1-12)

Te invito a que identifiques a una persona, un amigo, familiar o conocido y agendes una tarde para conversar, a la compañía de un buen café. Para salvar una vida, a veces solo basta un corazón con ternura, una mente comprensiva que no juzga, ni critica; un abrazo, un pañuelo para secar lágrimas, y un par de palabras sinceras y llenas por el amor del evangelio…
Para salvar una vida, a veces solo basta una plática, un café y un abrazo.
Emmanuel de Jesús Ruiz Hernández
Obrero Estudiantil de MUC - Santa Ana